miércoles, 23 de febrero de 2011

ALGUNOS HAIKUS DE 3º C

                                           Puse tu nombre                          A simple vista
                                          en arena mojada;                         la belleza real                                 
                                           no se borró.                                no la veremos.
                                                                 (Paula Lourido, 3ºC)

        
                   Poder del gran Zeus                 
que tenemos nosotros:
 inteligencia.
 (Anxo Albán, 3ºC)
                          
Entre las olas
      peinando sus cabellos
una sirena.
         (María Tellería, 3ºC)





ALGUNOS HAIKUS DE 3º B

  Felicidad
como nota de piano
viene y se va.
(Gabriel Lorenzo, 3ºB)



      

                                     Los pensamientos                                           El lápiz, rojo
                                     escritos en papel                                            la goma, amarilla,
                                     dejan de serlo.                                               pero el papel, en blanco.
                                     (Daniel Álvarez, 3ºB)                                     (Jaime Calvar, 3ºB)



    Casa de letras,
refugio de palabras
desconocidas.
(Raúl Rivas, 3ºB)



                                                                         La luna blanca
                                                                    está con las estrellas
                                                                           iluminando.
                                                                    (Sandra Rivas, 3ºB)


Los sentimientos
se  nos van rápidamente
por la ventana.
(Santiago Herrero, 3ºB)
                                                         

 
Flor solitaria

de amarillo limón
con tu recuerdo.
( Verónica Álvarez Falque ,3ºB)



Anomalías,
los curiosos caprichos
de la madre Tierra.
(Noemí González, 3ºB)

La triste luna
jugaba con las sombras
de las jirafas.
(Sergio García Mos, 3ºB)
El sol, la luna
son como dos personas
enamoradas.
(Eduardo Vidal, 3ºB)
























ALGUNOS HAIKUS DE 3º A

 



Y las luciérnagas
guardan un gran secreto:
la bonita luz.
(Miriam Reguera, 3ºA)





 Los corazones
decidieron mudarse,
llegó el invierno.

Nada se agita
en esta nevada y
fría mañana.
(María Maquieira, 3ºA)



Sobre este cielo
bajo el muelle de plata
vuelan las aves.

Flotan las hojas
ardientes de los robles
sobre este río.

(Cecilia Vidal, 3ºA)



Cayó la noche,
llegó la oscura niebla,
reinó el silencio.

¿Es o no es
el sueño que olvidé
antes del alba?
(Christian Durán, 3ºA)



Baúl cerrado
en el rincón del cuarto
¡viejos recuerdos!

(Ana Mª Castro)




Ella, el nexo
que une la poesía
con mis principios.

(Óscar Fernández, 3ºA)

miércoles, 16 de febrero de 2011

Ejemplo de microrrelato, a partir de una foto.


El próximo retrato
Mr Howards se había reunido pocas horas antes con su colega, el doctor Madison. Había sido una de esas conversaciones en las que las palabras ya estaban pactadas de antemano al poco de iniciarse el diálogo, pues todo eran aseveraciones en torno a un antiguo tema: la venta de la vieja mansión de Sir Rogers Chandler, la cual, por azar, había pasado a la propiedad de Mr Howards, quien había contraído matrimonio en extrañas circunstancias con la hija del propietario, un conde siniestro venido a menos en tiempos modernos.
Sir Rogers tenía el poder de reunirse con las viejas glorias de la familia, las cuales desfilaban en forma de retratos convenientemente alineados a lo largo de la empinada escalera que transportaba desde el primer piso hasta el desván, en la torre central de la casa. Todos los retratos, por poco observador que se fuese, tenían en común algo: la mirada del más allá. De los ojos de cada personaje salían torrentes de misterio indescifrable, que envolvían al observador y lo trasladaban a la irrealidad, pues tal era su poder para suprimir de un plumazo el presente. Uno, al detenerse en cada peldaño para mirar los retratos, era subyugado por esa fuente de atracción que desprendían las miradas de cada personaje. Y así fue cómo Mr Howards se enamoró de la dama del vestido de seda verde y cabellos dorados que presidía el centro de la escalera.
La primera vez que llegó a la mansión fue fruto del azar. Él, de profesión abogado, debía visitar a un importante banquero de la zona, pero ese día, soleado y magnífico a las primeras horas de la mañana de un inusual invierno, se tornó oscuro y tenebroso al declinar la tarde. El carruaje de caballos en que viajaba perdió una rueda y se desengancharon los caballos, que huyeron despavoridos al primer trueno y relámpago que iluminó la noche. En vista del fuerte aguacero y vislumbrando la mansión de los Chandler, Mr Howards se allegó a la puerta de la casa. Y cuando fue conducido al cuarto de invitados que amablemente le ofrecieron para pasar la noche, allí, en ese descansillo de la imponente escalera con artesanados de madera oscura que crujía bajo sus pies, encontró la que sería el amor de su vida.
La luz de la habitación contigua se encendió de pronto, a pesar de que aparentemente, nadie la ocupaba. En plena noche, Mr Howards salió de su cuarto y se adentró en aquel otro del ala izquierda de la casa, fuertemente atraído por su luz. Y allí, sobre un diván, estaba la dama de la mirada misteriosa y profunda del cuadro de la escalera.
Pocos días después, contrajeron matrimonio en la pequeña capilla de la casa, cercana al cementerio. Y esa misma noche, Sir Rogers murió. El doctor Madison certificó el deceso. Y ese día, la luz que iluminaba la habitación del ala izquierda se apagó. Mr Howards, después del entierro y  después de recibir el pésame de los del lugar, retornó a la casa: solo pensaba en estar a solas ya con su dama. Buscó por todos los rincones, subió y bajó las escaleras para verla, pero ella no estaba, ni siquiera el cuadro con su retrato. En lugar de este se hallaba el retrato de Mr Rogers, con la mirada del más allá, y al fondo del cuadro, una luz: la del cuarto en que halló a la dama del vestido de seda verde y cabellos dorados.
                                                                                               
                                                                                                                                                   Ana Luz

miércoles, 2 de febrero de 2011

MICROLITERATURA- Propuesta de actividades y textos.

Durante este trimestre vamos a trabajar la microliteratura (la macro ya la estudiamos en clase...), donde podemos encontrar textos cortos (algunos muy muy cortos) pero que no por ello carecen de valor literario. Nos referiremos a dos distintos: uno, en versión poética, y otro, en versión narrativa: son los HAIKUS y los MICRORRELATOS (que llamaremos microcuentos, aunque haya diferencias).

- HAIKUS: el haiku japonés es un poema que tiene una rígida estructura: son 17 sílabas que se han de repartir en tres versos, a razón 5-7-5, y no llevan rima. En ellos se puede recoger una sensación, una duda, una opinión, un sentimiento, un paisaje, y hasta una breve anécdota. El haiku es en sí mismo una unidad, un poema mínimo y no obstante completo. De ahí su visión instantánea, su condición de chispazo, a veces su toque de humor o de ironía. Bashoo dejó para la posteridad esta curiosa definición: "Haiku es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este momento".
Para hacer un haiku podemos observar la naturaleza que nos rodea e intentar describir un pequeño detalle de ella que nos transmita alguna sensación, valiéndote de una metáfora o de una comparación. El haiku está relacionado con la filosofía zen. Hay muchos autores de la literatura española que escriben haikus; y tú "puedes ser uno de ellos" si te animas a escribir los tuyos. Se pueden hacer teniendo en cuenta una imagen mental o bien crearlo a partir de una foto que tomes de la realidad. Por ejemplo, así lo hizo el poeta Octavio Paz, como puedes observar en la imagen de la derecha (Pincha sobre ella y la verás más ampliada).
- MICRORRELATOS: es una historia mínima que se cuenta en pocas líneas, pero no es un resumen de otra historia más larga. Los microcuentos suelen significar algo más grande que no se dice directamente; es algo muy pequeño pero con un gran significado. Tiene un final inesperado y este sucede rápidamente. Los detalles de la historia tienen que ser seleccionados, con muy pocos personajes (uno o dos bastan), en un solo tiempo y en un solo espacio, generalmente. El título es esencial porque forma parte de la historia. A veces podemos mezclar personajes o situaciones de otras novelas (intertextualidad) que por nuestro conocimiento podemos identificar. Pero ante todo, procuraremos ser originales y huir de los tópicos.

A continuación os cito algunos de estos microrrelatos: hay grandes autores hispanoamericanos que escribieron estas pequeñas historias (y a la vez grandes). Es el caso de :

- Gabriel García Márquez: El drama del desencantado"...el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida".


- Julio Cortázar: Continuidad de los parques:
(Escucha el cuento en la voz del autor pinchando aquí:
http://www.hotshare.net/es/audio/35996-5723006e9c.html )

Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestion de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restallaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subio los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oidos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.

- Augusto Monterroso: La oveja negra, El dinosaurio.

- Ana María Shua: ¡Arriad el foque!¡Arriad el foque!, ordena el capitán. ¡Arriad el foque!, repite el segundo. ¡Orzad a estribor!, grita el capitán. ¡Orzad a estribor!, repite el segundo. ¡Cuidado con el bauprés!, grita el capitán. ¡El bauprés!, repite el segundo. ¡Abatid el palo de mesana!, grita el capitán. ¡El palo de mesana!, repite el segundo. Entretanto la tormenta arrecia y los marineros corremos de un lado a otro de la cubierta, desconcertados.
Si no encontramos pronto un diccionario, nos vamos a pique sin remedio.


Y autores españoles, entre los que destacamos a la novelista española ganadora del Cervantes en el 2010:
- Ana María Matute: MúsicaLas dos hijas del Gran Compositor –seis y siete años- estaban acostumbradas al silencio. En la casa no debía oírse ni un ruido, porque papá trabajaba. Andaban de puntillas, en zapatillas, y solo a ráfagas, el silencio se rompía con las notas del piano de papá.
Y otra vez silencio.
Un día, la puerta del estudio quedó mal cerrada, y la más pequeña de las niñas se acercó sigilosamente a la rendija; pudo ver cómo papá, a ratos, se inclinaba sobre un papel, y anotaba algo.
La niña más pequeña corrió entonces en busca de su hermana mayor. Y gritó, gritó por primera vez en tanto silencio:
-¡La música de papá no te la creas…! ¡Se la inventa!
- Luis Mateo Díez: El pozoMi hermano Alberto cayó al pozo cuando tenía cinco años.
Fue una de esas tragedias que solo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa.
Veinte años después mi hermano Eloy sacaba agua un día de aquel pozo al que nadie jamás había vuelto a asomarse.
En el caldero descubrió una pequeña botella con un papel en el interior.
“Este es un mundo como otro cualquiera”, decía el mensaje.

Como podéis apreciar, los hay de todas clases.
Así que ¡a la tarea! Inventad vuestros haikus y vuestros microrrelatos.

Si queréis leer más, podéis ver ejemplos de microrrelatos hiperbreves en la página http://www.ucm./info/especulo/numero32/exbreve.html de David Lagmanovich.


-ACTIVIDAD PROPUESTA PARA TODOS LOS GRUPOS DE ESO:

Escribe tu microrrelato a partir de la imagen del ojo en la cerradura:




- ACTIVIDAD PARA 3ºY 4º ESO:

Escribe tu microrrelato a partir de la imagen de la estación de tren (pincha en ella y podrás verla ampliada):