martes, 2 de octubre de 2012

TOCA ESCRIBIR

EN OCTUBRE YA:

Bueno, ya metidos en el curso (estrenamos octubre ya) hay que empezar a trabajar. Siempre os mandamos/ recomendamos leer, por ejemplo, una novela. Ved lo que ocurre en este cuento de Julio Cortázar, titulado Continuidad de los parques:
 Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restallaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
    Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano. la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.




Bueno, ahora os toca a vosotros recrear una situación similar a la creada por este autor argentino, siguiendo las indicaciones:
- El protagonista está leyendo una novela
- Resume el argumento de la novela que lee
-Retoma la escena o tu relato con la que has iniciado tu historia.

Y YA TENEMOS ALGUNAS RECREACIONES. Disfrutadlas:

                                                                   EL ACRÓSTICO
                                                                        (Eva Vidal, 3ºB)

Llegó a su apartamento empapada pues había tenido que atravesar la ciudad al mismo tiempo que lo hacía   una fuerte   tormenta. Desesperada por un largo duro día de trabajo, lo único  que le apetecía era darse un buen baño caliente.
 Después del  relajante baño, se calentó un café y se lo tomó con unas galletas de chocolate. Ya seca y acurrucada en su sofá, decidió coger su novela;  la había comprado el día anterior y todavía no había tenido ocasión de comenzar a disfrutarl . Esta era  de misterio, ya que le encantaba todo lo relacionado con las intrigas  y los casos policiales.
Al comenzar a leer se fue adentrando en su argumento,  la historia   de una chica muy jovencita, que trabajaba en un periódico. Era la redactora jefa. Su vida era muy monótona y rutinaria siempre haciendo lo mismo. De 9.00 a 14.00 estaba en la redacción, tenía una hora y media para comer y después hasta las 21.00  vuelta a trabajar. Llegaba a su pequeño piso, descansaba viendo la televisión o leyendo y después  se iba a dormir. Lo mismo día tras día, semana tras semana, mes tras mes. Cada mañana al levantarse pensaba lo aburrida y solitaria que era su vida.
Pero de repente todo cambió. Una noche al llegar  a su casa, encontró  la puerta de su piso abierta, aparentemente todo estaba en silencio y oscuro. Encendió las luces y…  nadie, no había nadie en su salón, pero  una nota resaltaba sobre la  mesa del comedor: “ Esto no está lejos”.
 Esa fue la primera de muchas  que llegó a recibir. Todas anunciaban   una difícil situación:  se iba a producir un asesinato y ella era la única que podía hacer algo para impedirlo. Pero ¿cómo?, ¿dónde?, ¿cuándo?, estas preguntas la atormentaban , ¿sería una broma o realmente iba a suceder?
La última nota decía: Odio diario, ilusión con obligación 3. Lo primero que pensó es que iba a suceder a las 3.00 pero, ¿en qué lugar?  Estuvo tres días y tres noches en vela, casi sin comer, solo alimentándose  de café y por supuesto sin ir a trabajar. Puso  esa frase con todas las demás, pegadas en la pared  pero no conseguía  identificar ni dónde ni  en qué fecha. Se puso a pensar:- si 3 no significaba la hora  sino el día- reflexionó. Aquel día era dos, entonces ella se sobresaltó, sucedería mañana, pero el lugar no era capaz de averiguarlo, hasta que de repente cogió un folio y empezó a reunir  las primeras letras de todas las palabras de todas las notas: “En el almacén de tu periódico”. Ahí estaba la solución. Esa noche no pegó ojo, tan pronto como salió el sol  se levantó rápidamente y fue al almacén de su redacción.  Allí, para su gran desilusión, no había nada, solo otro papel : “Calle Gran Vía apartamento 3º E portal 7”. Tan rápido como pudo pidió un taxi para llegar allí. Llamó a cuatro pisos distintos para que le abrieran; cuando  llegó al piso 3ºB, vio la puerta entreabierta, se asomó y descubrió aterrada el cuerpo de una joven acuchillada, vestida con su pijama, con la taza de café en el suelo,  restos de galletas en la mesa  y una novela de misterio entre sus frías manos.


Y ahora una historia de Clara Miñán (3ºB) , aunque no tiene título:

Era ya tarde y, como de costumbre, Tomás se encontraba tendido sobre la colcha que cubría su cama. Con la mirada perdida en las manchas que la humedad había producido con el paso del tiempo en su techo, pensaba en todo lo que había sucedido a lo largo de aquel fatigoso día.  A su derecha, sobre la mesilla de noche, yacía el libro que su padre le había regalado hace ya nos meses. Una gruesa capa de polvo corroboraba que Tomás no lo había tocado desde entonces. De pronto, tendió su mano y agarró el libro suavemente.
Juzgándolo por la portada, le pareció que se trataba de una novela de misterio. Lo abrió por la primera página y comenzó a leer, sin sabe si lo hacía por despejar su mente de todos aquellos nefastos pensamientos o simplemente porque aquel libro tenía algo que lo cautivaba.
Las palabras resbalaban por sus ojos castaños y una especie de magia le impedía apartar la mirada de aquel libro. Ciertamente, se trataba de una novela de misterio, pero que encerraba en su interior una chispa de tristeza que le hacía ver todo desde los ojos del protagonista.
Una joven descansaba sobre la cama de su habitación. Se trataba de una muchacha no mucho mayor que Tomás. Podía verse la nostalgia en su mirada. En aquel momento, el padre de la adolescente llamó a la puerta y pidió permiso para pasar. Ella asintió en silencio. Entonces, ambos mantuvieron un profundo diálogo sobre el deplorable asesinato de su madre; finalmente, terminaron la conversación con un fuerte abrazo  un mar de lágrimas. Los siguientes minutos se hicieron interminables.
La jove se mantenía sentada en el suelo, a los pies de la cama, parecía estar reflexionando sobre algo. De pronto, su mirada se dirigió ala ventana de su habitación. Era una ventana pequeña, cubierta por dos cortinas violetas. Ella se aproximó y la abrió de par en par. Asomó su cabeza dejando caer su cabello rubio sobre el precipicio. Bajo su rostro, una muchedumbre de coches rugía incesantemente. Sin pensárselo dos veces, la muchacha sacó sus piernas finas y delicadas al exterior y se dispuso a saltar.
En aquel momento, Tomás detuvo la lectura y, como si fuera un acto reflejo, con una rapidez asombrosa, se dirigió a la ventana de su cuarto. Cuál fue su espanto al comprobar que, tras el ruido del claxon de cientos de coches, una joven asomaba su cuerpo, endeble y ligero, por la ventana de su habitación aquella oscura noche de diciembre.


Y esta es la historia escrita por María Comesaña (3ºB), también sin título:



María es una adolescente de 16 años que vive con su familia en un pueblo pequeño de la provincia de Pontevedra. Es una chica aplicada y muy responsable. María forma parte de un grupo de amigas compuesto por Aldara y Mari; ellas tres son inseparables, pasan mucho tiempo juntas y comparten las mismas aficiones. Mari es la guapa e inteligente del grupo; Aldara, la divertida, y María... diría yo, que es la imprescindible. Les encanta la playa, sobre todo, nadar y pasear; también les gusta el cine, divertirse en general, pero sobre todo, lo que les gusta muchísimo a las tres es leer, pueden pasar todo un día leyendo, eso sí, hablando entre ellas a través de algún método de comunicación.


El 26 de septiembre en un pueblo de Pontevedra, María, Aldara y Mari quedaron a las cinco de la tarde, como es habitual; María les dijo que les tenía que contar una cosa rarísima que le había pasado esa noche:


-Esta madrugada fui a buscar un vaso de agua a la cocina y miré, de casualidad, una de las tablas de madera que recubren el suelo un poco levantada; me acerqué para ponerla bien, me entró la curiosidad y descubrí que debajo había un libro antiguo, y, como soy tan cotilla, empecé a leerlo.



La cara de Mari y Aldara era de sorpresa. 
-Chicas, me acosté tardísimo por culpa del libro, ya que estaba muy interesante-dijo María intentando cambiar sus caras.
Aldara y Mari se hacen la misma pregunta: -¿De qué tratará el libro?- María saca de la mochila el misterioso libro y las dos amigas se quedan estupefactas. Todo aquello era muy raro.
María por fin, les cuenta de qué va, y les explica que trata sobre un grupo de amigas que viven aventuras y corren riesgos A todo esto, a ese grupo de amigas, les gustaría ser detectives de mayores; por eso, investigan lo que pasa en su pueblo.
A la mañana siguiente en el colegio, el grupo de amigas se reúne y María les dice que las cosas que pasan en el libro pasan en la realidad, pero ellas dos no la creen: -Hoy desapareció Javi, un amigo nuestro, y atracaron el banco del pueblo, igual que en el libro-, pero siguen sin creerla.
Pasaron los días y María sigue leyendo el libro, ya lo está acabando pero en el antepenúltimo capítulo dice que pasará algo en el bosque y la adolescente decide fugarse de casa e ir hasta allí, para ir si lo del libro ocurre de verdad y poder demostrárselo a sus amigas.
A la mañana siguiente, María no regresó a casa y sus padres informaron a la policía de su desaparición. Ese miso día, al anochecer, encontraron un cadáver en el bosque. La policía llamó a los padres para saber si era María Exactamente, era ella, aquella adolescente tan perfecta había muerto.
n el lugar del crimen no se encontró ninguna prueba, por lo que la policía no encontró al asesino de la joven.

Cuando la noticia llegó a los oídos de Aldara y Mari se derrumbaron y les costó muchísimo superar la muerte de María y en el pueblo siguen buscando el libro que la mató, para que no vuelva a suceder.

Bueno, todas estas historias son extraordinarias, llenas de misterio, y muy dramáticas también. Ahora le toca el turno a Aarón Sánchez (3ººB) que sí le pone título a su relato:

LOS FUGITIVOS

Acababa de llegar a su casa después de un turno doble en la comisaría de la localidad. Hacía frío para estar a finales de abril , así que decidió encender la chimenea, taparse con una manta y sentarse en su vieja mecedora de madera chirriante. Encima de esta se hallaba la novela que había empezado a leer la semana pasada y, como no tenía otra cosa que hacer se sumergió en ella y se dejó llevar por su imaginación.
Las dos personas vestidas de negro planeaban su ataque, todo era por venganza, pues no les importaba otra cosa en ese momento. Una vez trazado el plan se pusieron en marcha. Tenían que ir con cuidado ya que no hacía ni dos horas que se habían escapado de la cárcel en la que los aprisionaron por error tres años atrás.
Poco a poco fueron divisando una pequeña casa de madera con un gran porche. En seguida se dieron cuenta de que su víctima estaba en la casa pues de la chimenea salía una escasa columna de humo.
Los fugitivos, siguiendo el plan, entraron por la puerta de atrás y, después de atravesar muy sigilosamente el pasillo de la planta baja, llegaron a la puerta del salón. Intentaron accionar el picaporte pero a las bisagras de la puerta les faltaba aceite, así que se escapó un chirrido.


El lector, al oírlo, detuvo la lectura, se levantó, cogió una jarra como instrumento de defensa y, de un empujón abrió de par en par la puerta del salón. No encontró nada y pensó que como estaba tan absorto en su lectura, lo que había escuchado antes era producto de su imaginación. Se tomó un respiro, colocó la jarra en su sitio y se volvió a acomodar en la mecedora, bien tapado con la manta, dispuesto a seguir con la lectura.
Los fugitivos estaban en la cocina de la casa, escondidos, discutiendo en voz baja lo que deberían hacer, pues si no hubieran reaccionado rápido, su víctima les habría descubierto.
Salieron por la ventana de la cocina y aparecieron en patio delantero de la casa. Justo delante del ventanal del salón. Allí se encontraba su vícitma, sentada en una mecedora leyendo una novela.
Uno de los fugitivos se acercó al ventanal para calcular la distancia a la que se encontraba; una vez comprobada, sacó una pistola y se dispuso a disparar. En ese momento, el lector desvió un segundo la mirada y vio cómo su vida terminaba en un segundo. La novela cayó al suelo y se cerró de golpe con un fuerte ruido acompañado por los chirridos de la mecedora.





Y después de esta historia de venganza, pasamos a la de Javier Lago (3ºB), con un final algo truculento...

MI ABUELO

Mi abuelo, como cada día de la semana después de comer, se pone a leer una novela, con su café cargado y su puro en ristre. Pero este día era distinto. Después de comer se sentó en su sofá preferido, ese que tiene bajo un tapiz amarillo con flores que está colocado de tal forma que si no hubiera paredes, controlaría su piso. La novela que hoy ha elegido se titula "La isla del tesoro" y parece que está bastante entretenida. Chorrito de licor al café y empieza el ritual de relajación como cada día.
En la novela el protagonista, un pequeño joven intrépido y aventurero, se adentra en la mayor aventura de su vida, en la que se producen peleas con piratas y se esquivan balas de los enemigos que también desean hacerse con el botín del tesoro.


Cuando más lo está disfrutando, su mujer lo interrumpe para decirle que se va con sus amigas al teatro, pero lo que no sabe el hombre es que desde hace varios meses su mujer se ve a solas con otra persona y que dentro de poco se va a divorciar de él.
Al irse su mujer, le da la última calada a su puro, que ya no da más de sí, y se concentra en los capítulos finales donde el héroe consigue hacerse con el botín de oro, monedas y joyas.
Al acabar el libro se da cuenta de que hay una nota en la última página: "Soy tu mujer. Te tengo que dar una mala noticia, me cansé de ti y me quiero divorciar, pero no me atrevo a tomar la decisión, por lo que estoy desesperada. Te estaré esperando en el puente de los Arcos. Si no llegas a las seis en punto, no podrás ver cómo me tiro de él para perder la vida."
Mi abuelo, sin pensárselo dos veces, sale de casa y empieza a correr en dirección hacia el puente donde puede ser la última vez que vea a su mujer. Mientras corre, piensa en la novela; va sorteando semáforos en vez de piratas y esquivando coches en vez de balas de los enemigos. Cuando por fin llega a un lado del puente ve a su mujer, que se va a tirar al vacío, y cuando llega a su altura, esta cae. Desesperado, no se le ocurre otra cosa que saltar a por ella como si esto fuera posible, desafiando al tiempo y al espacio. Desgraciadamente, los ancianos mueren en la arena, que se mancha de rojo. Ambos dejan una familia sumida en la los llantos por sus muertes.


Y por último, María Vilas (3ºB) nos cuenta una historia de celos y amor...

UNA INTRUSA EN MI CASA

Por mi cumpleaños me regalaron una novela que pensé que no me iba a gustar, pero una vez que empecé a leerla ya no podía parar. Me encantaba. Ya me quedaba muy poco para acabar, unas cincuenta páginas, pero tuve que dejarla porque tenía muchos deberes y tenía que estudiar para un examen al día siguiente y no tenía tiempo para todo. Acabé pronto los deberes y aproveché mi tiempo libre para continuar con la novela y por eso me fui a mi habitación.
Hacía mucho frío, así que me puse lo más cerca posible del radiador, al lado de la ventana que estaba cerrada, claro. Eso sí, con la persiana subida porque me gustaba ver lo que pasaba fuera. Me senté y abrí el libro. Primero apareció el chico y luego la chica, enfadada. Habían discutido por una tontería, porque ella era muy celosa y le molestó verlo hablando con otra chica. Quiso vengarse de la chica pero no sabía dónde vivía, aunque no tardó en descubrirlo. Un día siguió a su novio cuando había quedado con la otra y esperó a que se fuera para entrar ella. No veía a nadie en la cocina ni en el salón. Abrió la primera puerta que encontró con mucho sigilo, pero no había nada. Repitió el proceso con tres habitaciones más y no acertaba, hasta que llegó a la cuarta y, al abrir la puerta, vio a una chica sentada al lado de la ventana leyendo una novela.