martes, 18 de diciembre de 2012

UN CUENTO PARA NAVIDAD

Bueno, llegan las ansiadas vacaciones después de las duras jornadas de exámenes. Como despedida del año   (no del curso, que queda mucho...) quiero dejaros este cuento que en principio es para niños (¿acaso no son los verdaderos protagonistas de estas fechas?) y por eso lo escribo con letra grande, pero cuando lo leáis comprobaréis que es también para mayores. Es melancólico como este tiempo de navidad, donde algunos vivimos acompañados por los recuerdos. 
FELIZ AÑO A TODOS. 
CAJA DE CARTÓN
Txabi Arnal & Hassan Amekan


Cuando nací mamá me metió en una caja de cartón. Era una de esas cajas donde guardan sus zapatos quienes tienen zapatos. Durante un tiempo la caja fue mi cuna, mi habitación, mi casa, las paredes que amortiguaban el llanto de mamá.

Pocas semanas después mamá gastó todos sus ahorros. Compró un billete para una embarcación que nos debía llevar a una tierra donde las niñas no duermen en cajas, ni las mamás lloran.


   
Emprendimos el viaje a través del mar. El segundo día nos sorprendió una tormenta. El barco zozobró, dio la vuelta y caímos al mar. Mamá nadó desesperadamente hacia la costa, arrastrando de mi pequeña embarcación de cartón. Sus paredes amortiguaron los gritos de quienes no sabían nadar.


Llegamos a una playa solitaria. Mamá y yo, nadie más. La marea se llevó mi caja mar adentro. Ya nada amortiguaba el llanto de mamá.
Vagamos durante días con la esperanza de encontrar una cara conocida, algún pasajero de nuestra malograda embarcación.


Dormíamos a cielo abierto hasta que encontramos un envoltorio para frigoríficos, una gran caja de cartón. La caja se convirtió en nuestra casa, nuestra habitación, nuestra cama, las paredes que amortiguaban nuestros llantos.
Comiendo raíces aprendimos que, no importa el lugar en que te halles, el sabor de la tierra es siempre muy parecido. Y no sé muy bien por qué, pero ello nos reconfortaba. Cada noche recorríamos las basuras del pueblo vecino en busca de alguna patata o algún tomate. Y en una de aquellas salidas nocturnas, mamá reconoció el rostro familiar de una mujer que había viajado y naufragado en nuestra misma embarcación. Mamá y ella se abrazaron. Y lloraron. Y se preguntaron por los demás. Y las dos respondieron con un triste movimiento de cabeza.
Aihala, así se llamaba nuestra nueva amiga, trasladó aquella misma noche su caja de cartón junto a la nuestra. Ahora, además de amortiguar los llantos, las cajas también hacían resonar nuestras risas. Parecía imposible pero, a pesar de todo, no se nos había olvidado reír.
Pasaron varias lunas. Nuevas amigas acercaron sus cajas de cartón a las nuestras. Juntas nos sentíamos seguras, incluso felices. Porque, como decía mamá, cuando se comparten las penas, las lágrimas son más pequeñas.
Había nacido un pueblo alrededor de nuestra vieja caja para embalar frigoríficos; un pueblo de cartón, pobre de solemnidad y, sin embargo, sonriente. Sonreíamos entre nosotras, y también sonreíamos a los habitantes del pueblo vecino. Algunos de ellos nos devolvían las sonrisas.
Pero no todo el mundo era amable con nosotras. Hubo, incluso, quien jugó con FUEGO. Sucedió bien entrada la noche; la única noche que jamás se borrará de mi memoria. El fuego se propagó desde todas las esquinas y en todas las direcciones. Todas las cajas ardieron. Ninguna pudo silenciar nuestros gritos de dolor. Nunca volví a ver a mamá. Tampoco a Aihala.
Me llevaron a un orfanato, y después quisieron que regresase a mi país. Pero en mi país nadie sabía de mí,  y aquí nadie parecía saber de mi país.

Finalmente fui adoptada y, al cabo de un tiempo, volví a sonreír. Parece imposible pero, a pesar de todo, no se me había olvidado sonreír.
Ahora soy feliz junto a mis nuevas mamás. Yo las quiero y ellas me quieren. Me quieren negra.
Vivo en un piso de cemento y ladrillo. Tengo mi habitación, mi cama, mi armario.
Y dentro del armario tengo una caja de cartón; una de esas donde guardamos los zapatos quienes tenemos zapatos. Pero en mi caja no hay zapatos, sino recuerdos. Porque no quiero olvidar.


No quiero olvidar el llanto de mamá. 
Ni tampoco su sonrisa.

lunes, 3 de diciembre de 2012

LITERATURA MEDIEVAL

EL LIBRO DE BUEN AMOR, de Juan Ruiz, Archipreste de Hita (siglo XIV)


En clase ya hemos visto las características del mester de clerecía, y hemos hablado de dos autores que son representativos de dicho mester. Uno de ellos es el autor del LBA (Libro de buen amor). La enseñanza que pretende inculcar al buen cristiano es que el mejor amor es el ofrecido a Dios (acordaos de que estamos en una sociedad teocéntrica y donde la Iglesia ocupa un lugar primordial), pero para ello, el autor, del que se sabe muy poco, ofrece unos consejos al hombre sobre la mujer. En este libro tan heterogéneo, el autor, a través de una narración autobiográfica, nos relata sus distintas experiencias amorosas  y se permite llegar después a la conclusión que da título al libro: el mejor amor es el buen amor, es decir, no el carnal sino el espiritual. ¿Qué os parece? 

El libro comienza más o menos así.

Aristóteles dijo, y es cosa verdadera,
que el hombre por dos cosas trabaja. La primera,
por el sustentamiento, y la segunda era
por conseguir unión con hembra placentera.

Luego habla de las ventajas del amor:


 Amor hace sutil a quien es hombre rudo;
convierte en elocuente al que antes era mudo,
quien antes fue cobarde, después todo lo pudo;
al perezoso obliga a ser presto y agudo.


Y a continuación da consejos sobre qué tipo de mujer buscar.  


Uno de los episodios más famosos del LBA es el de los amores de don Melón (el protagonista de todas las aventuras amorosas, reconvertido en don Melón de la Huerta) con doña Endrina. No es original del autor, sino que ya está recogida en el Pamphilus de amore, una comedia latina del siglo XII. En esta historia de don Melón y doña Endrina mediará una alcahueta, la vieja Trotaconventos, que será el precedente de la Celestina. Aquí tenéis la descripción que hace de doña Endrina:

Ay, Dios, cuán hermosa viene doña Endrina por la plaza!
¡Ay, qué talle, qué donaire, qué alto cuello de garza!
¡Qué cabellos, qué boquita, qué color, qué buenandanza!
Con saetas de amor hiere cuando los sus ojos alza.

Pero no todas las mujeres que describe son tan bien parecidas. Las serranas o serranillas son mujeres que viven en la sierra y que mediante pago ofrecen favores sexuales a los viajantes, además de comida y cobijo. Imaginad cómo serían estas en plena era medieval. No exenta de humor, os dejo la descripción de la serrana Aldara en el siguiente enlace. ¿Os atrevéis a hacer algún dibujo fiel al texto para colgar en el blog? 

El retrato de la mujer a lo largo de los tiempos es una constante en la literatura, en la pintura y en las artes en general. Os dejo esta canción a ver qué os parece. ¿Podríais reconstruir vosotros/as a la mujer o el hombre ideal? 
Quizá os inspire este poema de Ricardo Arjona, y para que lo conozcáis, podéis ver en esta página


martes, 2 de octubre de 2012

TOCA ESCRIBIR

EN OCTUBRE YA:

Bueno, ya metidos en el curso (estrenamos octubre ya) hay que empezar a trabajar. Siempre os mandamos/ recomendamos leer, por ejemplo, una novela. Ved lo que ocurre en este cuento de Julio Cortázar, titulado Continuidad de los parques:
 Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restallaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
    Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano. la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.




Bueno, ahora os toca a vosotros recrear una situación similar a la creada por este autor argentino, siguiendo las indicaciones:
- El protagonista está leyendo una novela
- Resume el argumento de la novela que lee
-Retoma la escena o tu relato con la que has iniciado tu historia.

Y YA TENEMOS ALGUNAS RECREACIONES. Disfrutadlas:

                                                                   EL ACRÓSTICO
                                                                        (Eva Vidal, 3ºB)

Llegó a su apartamento empapada pues había tenido que atravesar la ciudad al mismo tiempo que lo hacía   una fuerte   tormenta. Desesperada por un largo duro día de trabajo, lo único  que le apetecía era darse un buen baño caliente.
 Después del  relajante baño, se calentó un café y se lo tomó con unas galletas de chocolate. Ya seca y acurrucada en su sofá, decidió coger su novela;  la había comprado el día anterior y todavía no había tenido ocasión de comenzar a disfrutarl . Esta era  de misterio, ya que le encantaba todo lo relacionado con las intrigas  y los casos policiales.
Al comenzar a leer se fue adentrando en su argumento,  la historia   de una chica muy jovencita, que trabajaba en un periódico. Era la redactora jefa. Su vida era muy monótona y rutinaria siempre haciendo lo mismo. De 9.00 a 14.00 estaba en la redacción, tenía una hora y media para comer y después hasta las 21.00  vuelta a trabajar. Llegaba a su pequeño piso, descansaba viendo la televisión o leyendo y después  se iba a dormir. Lo mismo día tras día, semana tras semana, mes tras mes. Cada mañana al levantarse pensaba lo aburrida y solitaria que era su vida.
Pero de repente todo cambió. Una noche al llegar  a su casa, encontró  la puerta de su piso abierta, aparentemente todo estaba en silencio y oscuro. Encendió las luces y…  nadie, no había nadie en su salón, pero  una nota resaltaba sobre la  mesa del comedor: “ Esto no está lejos”.
 Esa fue la primera de muchas  que llegó a recibir. Todas anunciaban   una difícil situación:  se iba a producir un asesinato y ella era la única que podía hacer algo para impedirlo. Pero ¿cómo?, ¿dónde?, ¿cuándo?, estas preguntas la atormentaban , ¿sería una broma o realmente iba a suceder?
La última nota decía: Odio diario, ilusión con obligación 3. Lo primero que pensó es que iba a suceder a las 3.00 pero, ¿en qué lugar?  Estuvo tres días y tres noches en vela, casi sin comer, solo alimentándose  de café y por supuesto sin ir a trabajar. Puso  esa frase con todas las demás, pegadas en la pared  pero no conseguía  identificar ni dónde ni  en qué fecha. Se puso a pensar:- si 3 no significaba la hora  sino el día- reflexionó. Aquel día era dos, entonces ella se sobresaltó, sucedería mañana, pero el lugar no era capaz de averiguarlo, hasta que de repente cogió un folio y empezó a reunir  las primeras letras de todas las palabras de todas las notas: “En el almacén de tu periódico”. Ahí estaba la solución. Esa noche no pegó ojo, tan pronto como salió el sol  se levantó rápidamente y fue al almacén de su redacción.  Allí, para su gran desilusión, no había nada, solo otro papel : “Calle Gran Vía apartamento 3º E portal 7”. Tan rápido como pudo pidió un taxi para llegar allí. Llamó a cuatro pisos distintos para que le abrieran; cuando  llegó al piso 3ºB, vio la puerta entreabierta, se asomó y descubrió aterrada el cuerpo de una joven acuchillada, vestida con su pijama, con la taza de café en el suelo,  restos de galletas en la mesa  y una novela de misterio entre sus frías manos.


Y ahora una historia de Clara Miñán (3ºB) , aunque no tiene título:

Era ya tarde y, como de costumbre, Tomás se encontraba tendido sobre la colcha que cubría su cama. Con la mirada perdida en las manchas que la humedad había producido con el paso del tiempo en su techo, pensaba en todo lo que había sucedido a lo largo de aquel fatigoso día.  A su derecha, sobre la mesilla de noche, yacía el libro que su padre le había regalado hace ya nos meses. Una gruesa capa de polvo corroboraba que Tomás no lo había tocado desde entonces. De pronto, tendió su mano y agarró el libro suavemente.
Juzgándolo por la portada, le pareció que se trataba de una novela de misterio. Lo abrió por la primera página y comenzó a leer, sin sabe si lo hacía por despejar su mente de todos aquellos nefastos pensamientos o simplemente porque aquel libro tenía algo que lo cautivaba.
Las palabras resbalaban por sus ojos castaños y una especie de magia le impedía apartar la mirada de aquel libro. Ciertamente, se trataba de una novela de misterio, pero que encerraba en su interior una chispa de tristeza que le hacía ver todo desde los ojos del protagonista.
Una joven descansaba sobre la cama de su habitación. Se trataba de una muchacha no mucho mayor que Tomás. Podía verse la nostalgia en su mirada. En aquel momento, el padre de la adolescente llamó a la puerta y pidió permiso para pasar. Ella asintió en silencio. Entonces, ambos mantuvieron un profundo diálogo sobre el deplorable asesinato de su madre; finalmente, terminaron la conversación con un fuerte abrazo  un mar de lágrimas. Los siguientes minutos se hicieron interminables.
La jove se mantenía sentada en el suelo, a los pies de la cama, parecía estar reflexionando sobre algo. De pronto, su mirada se dirigió ala ventana de su habitación. Era una ventana pequeña, cubierta por dos cortinas violetas. Ella se aproximó y la abrió de par en par. Asomó su cabeza dejando caer su cabello rubio sobre el precipicio. Bajo su rostro, una muchedumbre de coches rugía incesantemente. Sin pensárselo dos veces, la muchacha sacó sus piernas finas y delicadas al exterior y se dispuso a saltar.
En aquel momento, Tomás detuvo la lectura y, como si fuera un acto reflejo, con una rapidez asombrosa, se dirigió a la ventana de su cuarto. Cuál fue su espanto al comprobar que, tras el ruido del claxon de cientos de coches, una joven asomaba su cuerpo, endeble y ligero, por la ventana de su habitación aquella oscura noche de diciembre.


Y esta es la historia escrita por María Comesaña (3ºB), también sin título:



María es una adolescente de 16 años que vive con su familia en un pueblo pequeño de la provincia de Pontevedra. Es una chica aplicada y muy responsable. María forma parte de un grupo de amigas compuesto por Aldara y Mari; ellas tres son inseparables, pasan mucho tiempo juntas y comparten las mismas aficiones. Mari es la guapa e inteligente del grupo; Aldara, la divertida, y María... diría yo, que es la imprescindible. Les encanta la playa, sobre todo, nadar y pasear; también les gusta el cine, divertirse en general, pero sobre todo, lo que les gusta muchísimo a las tres es leer, pueden pasar todo un día leyendo, eso sí, hablando entre ellas a través de algún método de comunicación.


El 26 de septiembre en un pueblo de Pontevedra, María, Aldara y Mari quedaron a las cinco de la tarde, como es habitual; María les dijo que les tenía que contar una cosa rarísima que le había pasado esa noche:


-Esta madrugada fui a buscar un vaso de agua a la cocina y miré, de casualidad, una de las tablas de madera que recubren el suelo un poco levantada; me acerqué para ponerla bien, me entró la curiosidad y descubrí que debajo había un libro antiguo, y, como soy tan cotilla, empecé a leerlo.



La cara de Mari y Aldara era de sorpresa. 
-Chicas, me acosté tardísimo por culpa del libro, ya que estaba muy interesante-dijo María intentando cambiar sus caras.
Aldara y Mari se hacen la misma pregunta: -¿De qué tratará el libro?- María saca de la mochila el misterioso libro y las dos amigas se quedan estupefactas. Todo aquello era muy raro.
María por fin, les cuenta de qué va, y les explica que trata sobre un grupo de amigas que viven aventuras y corren riesgos A todo esto, a ese grupo de amigas, les gustaría ser detectives de mayores; por eso, investigan lo que pasa en su pueblo.
A la mañana siguiente en el colegio, el grupo de amigas se reúne y María les dice que las cosas que pasan en el libro pasan en la realidad, pero ellas dos no la creen: -Hoy desapareció Javi, un amigo nuestro, y atracaron el banco del pueblo, igual que en el libro-, pero siguen sin creerla.
Pasaron los días y María sigue leyendo el libro, ya lo está acabando pero en el antepenúltimo capítulo dice que pasará algo en el bosque y la adolescente decide fugarse de casa e ir hasta allí, para ir si lo del libro ocurre de verdad y poder demostrárselo a sus amigas.
A la mañana siguiente, María no regresó a casa y sus padres informaron a la policía de su desaparición. Ese miso día, al anochecer, encontraron un cadáver en el bosque. La policía llamó a los padres para saber si era María Exactamente, era ella, aquella adolescente tan perfecta había muerto.
n el lugar del crimen no se encontró ninguna prueba, por lo que la policía no encontró al asesino de la joven.

Cuando la noticia llegó a los oídos de Aldara y Mari se derrumbaron y les costó muchísimo superar la muerte de María y en el pueblo siguen buscando el libro que la mató, para que no vuelva a suceder.

Bueno, todas estas historias son extraordinarias, llenas de misterio, y muy dramáticas también. Ahora le toca el turno a Aarón Sánchez (3ººB) que sí le pone título a su relato:

LOS FUGITIVOS

Acababa de llegar a su casa después de un turno doble en la comisaría de la localidad. Hacía frío para estar a finales de abril , así que decidió encender la chimenea, taparse con una manta y sentarse en su vieja mecedora de madera chirriante. Encima de esta se hallaba la novela que había empezado a leer la semana pasada y, como no tenía otra cosa que hacer se sumergió en ella y se dejó llevar por su imaginación.
Las dos personas vestidas de negro planeaban su ataque, todo era por venganza, pues no les importaba otra cosa en ese momento. Una vez trazado el plan se pusieron en marcha. Tenían que ir con cuidado ya que no hacía ni dos horas que se habían escapado de la cárcel en la que los aprisionaron por error tres años atrás.
Poco a poco fueron divisando una pequeña casa de madera con un gran porche. En seguida se dieron cuenta de que su víctima estaba en la casa pues de la chimenea salía una escasa columna de humo.
Los fugitivos, siguiendo el plan, entraron por la puerta de atrás y, después de atravesar muy sigilosamente el pasillo de la planta baja, llegaron a la puerta del salón. Intentaron accionar el picaporte pero a las bisagras de la puerta les faltaba aceite, así que se escapó un chirrido.


El lector, al oírlo, detuvo la lectura, se levantó, cogió una jarra como instrumento de defensa y, de un empujón abrió de par en par la puerta del salón. No encontró nada y pensó que como estaba tan absorto en su lectura, lo que había escuchado antes era producto de su imaginación. Se tomó un respiro, colocó la jarra en su sitio y se volvió a acomodar en la mecedora, bien tapado con la manta, dispuesto a seguir con la lectura.
Los fugitivos estaban en la cocina de la casa, escondidos, discutiendo en voz baja lo que deberían hacer, pues si no hubieran reaccionado rápido, su víctima les habría descubierto.
Salieron por la ventana de la cocina y aparecieron en patio delantero de la casa. Justo delante del ventanal del salón. Allí se encontraba su vícitma, sentada en una mecedora leyendo una novela.
Uno de los fugitivos se acercó al ventanal para calcular la distancia a la que se encontraba; una vez comprobada, sacó una pistola y se dispuso a disparar. En ese momento, el lector desvió un segundo la mirada y vio cómo su vida terminaba en un segundo. La novela cayó al suelo y se cerró de golpe con un fuerte ruido acompañado por los chirridos de la mecedora.





Y después de esta historia de venganza, pasamos a la de Javier Lago (3ºB), con un final algo truculento...

MI ABUELO

Mi abuelo, como cada día de la semana después de comer, se pone a leer una novela, con su café cargado y su puro en ristre. Pero este día era distinto. Después de comer se sentó en su sofá preferido, ese que tiene bajo un tapiz amarillo con flores que está colocado de tal forma que si no hubiera paredes, controlaría su piso. La novela que hoy ha elegido se titula "La isla del tesoro" y parece que está bastante entretenida. Chorrito de licor al café y empieza el ritual de relajación como cada día.
En la novela el protagonista, un pequeño joven intrépido y aventurero, se adentra en la mayor aventura de su vida, en la que se producen peleas con piratas y se esquivan balas de los enemigos que también desean hacerse con el botín del tesoro.


Cuando más lo está disfrutando, su mujer lo interrumpe para decirle que se va con sus amigas al teatro, pero lo que no sabe el hombre es que desde hace varios meses su mujer se ve a solas con otra persona y que dentro de poco se va a divorciar de él.
Al irse su mujer, le da la última calada a su puro, que ya no da más de sí, y se concentra en los capítulos finales donde el héroe consigue hacerse con el botín de oro, monedas y joyas.
Al acabar el libro se da cuenta de que hay una nota en la última página: "Soy tu mujer. Te tengo que dar una mala noticia, me cansé de ti y me quiero divorciar, pero no me atrevo a tomar la decisión, por lo que estoy desesperada. Te estaré esperando en el puente de los Arcos. Si no llegas a las seis en punto, no podrás ver cómo me tiro de él para perder la vida."
Mi abuelo, sin pensárselo dos veces, sale de casa y empieza a correr en dirección hacia el puente donde puede ser la última vez que vea a su mujer. Mientras corre, piensa en la novela; va sorteando semáforos en vez de piratas y esquivando coches en vez de balas de los enemigos. Cuando por fin llega a un lado del puente ve a su mujer, que se va a tirar al vacío, y cuando llega a su altura, esta cae. Desesperado, no se le ocurre otra cosa que saltar a por ella como si esto fuera posible, desafiando al tiempo y al espacio. Desgraciadamente, los ancianos mueren en la arena, que se mancha de rojo. Ambos dejan una familia sumida en la los llantos por sus muertes.


Y por último, María Vilas (3ºB) nos cuenta una historia de celos y amor...

UNA INTRUSA EN MI CASA

Por mi cumpleaños me regalaron una novela que pensé que no me iba a gustar, pero una vez que empecé a leerla ya no podía parar. Me encantaba. Ya me quedaba muy poco para acabar, unas cincuenta páginas, pero tuve que dejarla porque tenía muchos deberes y tenía que estudiar para un examen al día siguiente y no tenía tiempo para todo. Acabé pronto los deberes y aproveché mi tiempo libre para continuar con la novela y por eso me fui a mi habitación.
Hacía mucho frío, así que me puse lo más cerca posible del radiador, al lado de la ventana que estaba cerrada, claro. Eso sí, con la persiana subida porque me gustaba ver lo que pasaba fuera. Me senté y abrí el libro. Primero apareció el chico y luego la chica, enfadada. Habían discutido por una tontería, porque ella era muy celosa y le molestó verlo hablando con otra chica. Quiso vengarse de la chica pero no sabía dónde vivía, aunque no tardó en descubrirlo. Un día siguió a su novio cuando había quedado con la otra y esperó a que se fuera para entrar ella. No veía a nadie en la cocina ni en el salón. Abrió la primera puerta que encontró con mucho sigilo, pero no había nada. Repitió el proceso con tres habitaciones más y no acertaba, hasta que llegó a la cuarta y, al abrir la puerta, vio a una chica sentada al lado de la ventana leyendo una novela.

domingo, 23 de septiembre de 2012

SEPTIEMBRE
 Pasados los exámenes, empieza el nuevo curso. Esta vez quiero inaugurarlo con un texto de César Casal, publicado en La voz de Galicia el día 15 de este mes. Se titula "Septiembre y sus certezas":

Agosto se fue con una segunda luna inusual, o luna azul, con un reflejo singular. Llegó septiembre con sus certezas que van a menos o que parecen menos. Woody Allen estrena película. El comienzo de las clases. Esta vez, los universitarios primero que los pequeños, aunque no se sabe si son los universitarios los que tienen por delante un camino más largo. Los cursos para aprender idiomas. El alemán bate récord, aunque no se sabe si no nos iba mejor con aquella expresión que usaban nuestros padres y lo que sabíamos era latín. La realidad es una adivinanza y ya no se revela con fijador en laboratorio. Todo es digital, pero nada parece dejar huella. ¿Quién sigue mirando a los ojos para ver el baile de la llama del corazón? ¿Son las afectos, defectos? Los días son más cortos. Se terminan las luces largas del verano y llegan las cortas que anuncian que pronto declinaremos el otoño. Ya ni los partidos son los domingos a las cinco. Y hay que acostumbrarse y darle la razón al clásico. A Pessoa. Al de los heterónimos. Al desasosiego y a los tranvías. Al hombre de tinta de Lisboa que escribía en la música del portugués: «Todo lo que vemos es otra cosa».

TOCA ESCRIBIR:
Supongo que cada uno de nosotros, según su estado de ánimo,  según sus vivencias, o según su forma de comprender el mundo, sería capaz de confeccionar un texto inspirado en el anteriormente citado. Y eso es lo que propongo como primera labor de escritura. Pensad en todo lo que suele pasar por estas fechas, anotad lo que sintáis en este tiempo en que el verano toca a su fin y en que el otoño nos llama ya a nuestra puerta... y lo colgaremos aquí.



Bueno, los días han pasado y ya tenemos resultados. Algunos ven en el fútbol un recurso para salir de la melancolía que nos deja el final del verano; otros captan con todos sus sentidos la llegada de septiembre. Aquí tenemos unos ejemplos: 



Septiembre se está acabando con un tiempo inusual. Calor diurno, frío nocturno. A las 9 de la noche ya oscurece. Ya comenzó el otoño: estación triste, lluvia, frío, colegio… Los árboles quedan sin sus ropajes; las hojas en el  suelo lucen marrones. España, al borde del rescate. En la televisión solo oigo malas noticias. La única alegría es el fútbol de fin de semana. ¿Quién ganará, el Madrid o el Barcelona? Solo una duda en mi interior: ¿Mouriño y Sergio Ramos están enfrentados? ¿Cristiano Ronaldo sigue triste? Nuestra rutina rota gracias al fútbol.

(Raúl López Durán, 3ºA)


Septiembre es la época en la que el mundo empieza a entristecer. Los niños comienzan el colegio, muchas personas (las afortunadas que pueden) vuelven al trabajo después de unas maravillosas vacaciones, los ancianos ya no salen tanto de sus casas a sentarse en un banquito al sol, los días empiezan a ser más cortos y las noches, más largas; los árboles se desnudan dejando caer sus hojas para empezar un largo sueño hasta la primavera… Pero no todo es malo. Septiembre también es una época llena de paisajes preciosos, coloreados de verdes, marrones, amarillos y rojos que junto con el blanco y el negro, forman la tendencia de este año. En esta época también se pueden ver graciosas ardillas buscando comida y, según la zona, también majestuosos ciervos o bravos jabalíes. Además, es la época de soñar, en la que los niños juegan con las hojas secas, divirtiéndose como si no hubiera mañana. Después de todo, septiembre es una época genial.
(Martina Alján Poza, 3ºA)


Llega septiembre y trae consigo el mal tiempo. La lluvia que cae en las aceras borra las huellas  de sus compañeros junio,  julio y agosto. Llega como un huracán y reparte cansancio. Los primeros días del mes se llevan las ojeras. A finales de mes, los árboles sollozan lanzando lágrimas en forma de hojas castañas, secas ya y sin apenas vida. Cuando llega septiembre, se respira rutina. La carga de este mes llega en forma de libros de texto. Estamos en el mes en que el día se disfraza de noche.
(Icía Fernández Bouzón, 3ºA)


Veo septiembre triste, oscuro, deprimente, en blanco y negro, sin nada que me coloree la rutina. Nos llega gris, negro, marrón y azul oscuro. Lo veo con una sola cara, con un cielo nublado, con lluvia y tormenta. Es el final del verano.
Oigo septiembre sin ganas, escucho el sonido de la lluvia que cae sobre los sucios tejados, el ruido de una tormenta lejana. Oigo el ruido de los pies que machacan las uvas de la nueva vendimia. También oigo ya el ruido del timbre en los cambios de clase, el chapoteo de las botas contra los charcos y el sonido de la cremallera del anorak.
Septiembre me huele a mojado, a sucio, a un armario lleno de polvo. A vino, a madera de castaño, a castañas asadas, a agobio, tristeza o desesperación. Me huele a faltas de ortografía, a cuentas mal hechas, a pruebas iniciales suspensas.
Septiembre sabe a frutos secos, a nueces, a avellanas y castañas. Me sabe a manzana, a plátano y a sopa de calabaza. Me sabe al adiós a las ensaladas. Septiembre me sabe amargo, muy amargo, ácido, para nada dulce. Septiembre me sabe a algo nuevo y a nudos en la garganta.
Siento septiembre rugoso, duro, mojado. Siento deslizarse entre mis dedos las gotas que la lluvia dejó en mi ventana. Siento cómo la angustia se apodera de mi alma y me deprime como un demonio enfurecido. Siento septiembre frío, espeluznante, como una alergia que logra sacarme sarpullidos en la piel. Con él llegan los primeros matices del otoño y derrota al mejor verano con mis amigos.
(María Lago, 3ºA)


Pero resulta que Jessyca Ocampo se adelanta en el calendario y nos habla del invierno. ¿Por qué será?


Con la llegada del invierno dejamos atrás muchas cosas: la ropa de verano, los días largos, aquellos chapuzones en la piscina de algún amigo, y aquellos veraneos por la costa y con un calor inmenso.
Los pájaros emigran y algunas flores se esconden. Salen las nubes y con ellas, los chaparrones. Las hojas pasan de verde a rojo, luego a marrón, y por último, se caen. Algunas calabazas asoman por ventanas y balcones. Los abuelos vuelven a hacer aquellos cocidos que hacen cada año. Vienen las vacaciones de invierno, donde niños y no tan niños, aprovechan para pasarlo lo mejor posible antes de que vuelvan otra vez las clases. Niños que juegan intentando hacer un muñeco de nieve gigante, y otros saltan charcos. Algunos padres compran a sus hijos chaquetones tres tallas más grandes con la intención de que les sirvan un para de años más. Vuelven las terrazas vacías, los chocolates calientes. La calefacción alta y aquellos calcetines gordos que llegaban hasta las rodillas. Las películas en el sofá de casa en los días lluviosos comiendo palomitas recién hechas, y la manta que nos cubre hasta la nariz. Otra vez llegan aquellos gorros ridículos, y al mismo tiempo simpáticos, con un pompón en la cabeza. Se colocan las coloridas luces y los adornos en el árbol de navidad. Un nuevo año, y con él, las personas que se atragantan comiendo las uvas. El comienzo de un año nuevo. Llegan los Reyes Magos y con ellos, la ilusión de muchos niños y niñas que esperan sus regalos. De vuelta a las clases. Y así hasta que un día, se despejan las nubes y  vuelven las flores y los pájaros por la llegada de la primavera.
(Jessyca Ocampo, 3ºA)

lunes, 4 de junio de 2012

TEXTOS DEL BARROCO- POESÍA


Aparte de los textos leídos en clase que figuran en el libro de texto, he seleccionado otros muy conocidos de autores representativos de esta época:


 LOPE DE VEGA
       TEXTO 1 : Antes de leerlo, pensad en fotos de guapos / as, gente famosa que os atraiga... Igualmente en el siglo XVII, que es la época que estáis estudiando, también había gente bellísima, pero la belleza es algo efímero. La reflexión sobre este aspecto no es algo nuevo, pero sí la forma de decirlo; fijaos en las imágenes plásticas que el autor utiliza, llevado por ese pesimismo tan atroz del barroco. ¿A qué se refiere en ese último verso? 
                                      
                                                         
                                   A UNA CALAVERA:                                                                
                                                                                                         


Esta cabeza, cuando viva, tuvo
sobre la arquitectura destos huesos
 carne y cabellos, por quien fueron presos  

  desprecian los gusanos aposento?
 los ojos que mirándola detuvo.

Aquí la rosa de la boca estuvo,
 marchita ya con tan helados besos,
 aquí los ojos de esmeralda impresos,
  color que tantas almas entretuvo.

 Aquí la estimativa en que tenía
el principio de todo el movimiento,
 aquí de las potencias la armonía.

¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!,
¿donde tan alta presunción vivía,





  TEXTO 2:  En este soneto, Lope, que era un gran amador y que tanto éxito tuvo con las mujeres, reflexiona sobre el amor. Después de leerlo, piensa por qué se inscribe en el barroco. ¿Hay alguna palabra clave que te ayude a situarlo en esa época?


                                                         DEFINICIÓN DEL AMOR                                                 
                                  Desmayarse, atreverse, estar furioso,
                                  áspero, tierno, liberal, esquivo,
                                  alentado, mortal, difunto, vivo,
                                  leal, traidor, cobarde y animoso;
                                 no hallar fuera del bien centro y reposo,
                                 mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
                                 enojado, valiente, fugitivo,
                                 satisfecho, ofendido, receloso;
                                 huir el rostro al claro desengaño,
                                 beber veneno por licor süave,
                                 olvidar el provecho, amar el daño;
                                 creer que un cielo en un infierno cabe,
                                dar la vida y el alma a un desengaño
                                esto es amor, quien lo probó lo sabe.


FRANCISCO DE QUEVEDO

Ahora compara este poema con el de otro autor, Francisco de Quevedo. Mediante el oxímoron, nos habla de las contradicciones del amor.

Es hielo abrasador, es fuego helado,             
      es herida que duele y no se siente,
      es un soñado bien, un mal presente,
      es un breve descanso muy cansado.

      Es un descuido que nos da cuidado,
      un cobarde, con  nombre de valiente,
      un andar solitario entre la gente,
      un amar solamente ser amado.

       Es una libertad encarcelada,                                    
     que dura hasta el extremo paroxismo,
     enfermedad que crece si es curada.

     Éste es el niño Amor, éste es su abismo.
     ¡Mirad cuál amistad tendrá con nada
     el que en todo es contrario de sí mismo!


TEXTO 1:  Este otro sirve para comparar el tratamiento que hace el autor de este mito clásico y el que hizo Garcilaso de la Vega. Así como este respetaba el mito y buscaba la belleza de las imágenes para expresar la imposibilidad del amor, Quevedo convierte el mito en motivo de burla, destruye la imagen de belleza y trata a los amantes de muy distinta forma, como podéis observar.



Bermejazo platero de las cumbres,
a cuya luz se
espulga la canalla:
la ninfa Dafne, que se
afufa y calla,
si la quieres gozar, paga y no alumbres.

Si quieres ahorrar de pesadumbres,
ojo del cielo, trata de compralla:
en
confites gastó Marte la malla,
y la espada en pasteles y en
azumbres.
Volvióse en bolsa Júpiter severo;
levantóse las faldas la doncella
por recogerle en lluvia de dinero.
Astucia fue de alguna dueña estrella,
que de estrella sin dueña no lo infiero:

Febo, pues eres sol, sírvete de ella.

En el Renacimiento, el mito  era visto desde abajo; el poeta, admirando la belleza de la metamorfosis, describía con detenimiento los detalles de la transformación, respetando enteramente la versión clásica.
En el Barroco, el mito se mira desde arriba, es decir, el poeta adopta una posición superior desde la que interpreta a su manera la historia, convirtiendo a Dafne en una persona despreciable ("canalla") y a Apolo, llamado también Febo, dios del Sol, en un vulgar seductor que debe pagar por estar con ella. Dafne es una estrella por el brillo de sus ojos, y como tal, pertenece al Sol, es decir, debe ser poseída por él. Hace referencias al amor cortés basado en el sufrimiento (verso 5º), induciendo al amante a conseguir a la ninfa mediante licores y confites, como ya hizo Marte, para evitar sufrir. Todo ello forma parte de esa deformación grotesca de la realidad. 
 



TEXTO 2: Quevedo fue también un poeta que trató el tema del amor con hondura, aunque siempre desde esa perspectiva del hombre barroco, para el que el tiempo fugaz lo llevaba a la muerte. Sin embargo, el amor es un sentimiento que puede perdurar más allá de la muerte misma. Podéis leer esto en este soneto:

 Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en dónde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido:
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, más polvo enamorado.


TEXTO 3: Vamos a leer ahora una muestra de la poesía satírica de Quevedo. El tema del poder inmenso del dinero es actual, estamos en una sociedad consumista y el valor del dinero hoy es indiscutible.


Escuchamos la letrilla en la voz del cantautor Paco Ibáñez en este enlace:



PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO

Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Nace en las Indias honrado,
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Son sus padres principales,
Y es de nobles descendiente,
Porque en las venas de Oriente
Todas las sangres son Reales.
Y pues es quien hace iguales
Al rico y al pordiosero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

¿A quién no le maravilla
Ver en su gloria, sin tasa,
Que es lo más ruin de su casa
Doña Blanca de Castilla?
Mas pues que su fuerza humilla
Al cobarde y al guerrero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Es tanta su majestad,
Aunque son sus duelos hartos,
Que aun con estar hecho cuartos
No pierde su calidad.
Pero pues da autoridad
Al gañán y al jornalero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra
(Mirad si es harto sagaz)
Sus escudos en la paz
Que rodelas en la guerra.
Pues al natural destierra
Y hace propio al forastero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Y ahora escuchamos la canción Consumo gusto del grupo SKA-P en este video:


 Esta es la letra de la canción:

Comprar, cosas que no valen pa na
Comprar, para olvidarlas en el desvan
Comprar, es un placer excepcional
Comprar, como me gusta despilfarrar
Todo el dia currando como un cabron hasta las 10
Por un salario de mierda que no me llega a fin de mes
Pero la tele me dice que tengo que consumir
Aceptos con sumo gusto yo me dejo persuadir

Pagar, el colegio del chaval
Pagar, la pura luz, el agua y el gas
Pagar, la residencia de mama
Pagar, mi vida consiste en aforrar
Pago la letra del coche, pago la cuota de comunidad
Pago la puta hipoteca, pago la cuenta que debo en el bar
Pago la letra del video, pago la letra del televisor
Pago el seguro del coche, pago la letra del ordenador

PUTO DINERO, PUTO DINERO [X2]
La sociedad de consumo me ha convertido en un servidor
PUTO DINERO, PUTO DINERO [X2]
Siempre con el agua al cuello, estas es la vida de un consumidor

ESCLAVO DE LA PUTA PUBLICIDAD
ESCLAVO SOY
ESCLAVO LA SOCIEDAD DEL BIENESTAR NO ES PARA TODOS POR IGUAL

Aqui termina la historia de este humilde trabajador
Que ha sido utilizado y ni siquiera se ha enterao
Quien saca la tajada quien maneja este tinglao
Los que estan por arriba los que parten el bacalao

PUTO DINERO, PUTO DINERO [X2]
La sociedad de consumo me ha convertido en un servidor
PUTO DINERO, PUTO DINERO [X2]
Siempre con el agua al cuello, estas es la vida de un consumidor

ESCLAVO DE LA PUTA PUBLICIDAD
ESCLAVO SOY
ESCLAVO LA SOCIEDAD DEL BIENESTAR NO ES PARA TODOS POR IGUAL
[X3]
NO ES PARA TODOS POR IGUAL, NO ES PARA TODOS POR IGUAL....IGUAL !


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